La noticia titulada Un diez eterno nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la excelencia y la constancia en cualquier campo de la vida. Este titular evoca la idea de la perfección alcanzada y la trascendencia en el tiempo. En un mundo donde todo cambia rápidamente, aquellos que logran mantenerse en la cima, obteniendo la calificación máxima, se convierten en referentes indelebles. Este artículo nos invita a valorar el esfuerzo continuo y la dedicación necesaria para alcanzar un nivel de maestría que perdure en la memoria colectiva. En definitiva, Un diez eterno nos inspira a buscar la excelencia en todo lo que hacemos, con el objetivo de dejar una impronta perdurable en nuestro entorno.
Debate culé: ¿Quién merece el eterno número 10 del Barça?
En Can Barça es habitual que haya debates nuevos y desgarradores cada semana. Nunca faltan temas, y a cuál más polémico. Es como una especie de maldición que nos persigue desde tiempos inmemoriales. Y, cómo no, al final nos hemos acostumbrado hasta el punto de que forma parte de nuestra idiosincrasia. Obviamente este tipo de debates se trasladan a los medios de comunicación, a las tertulias, a las redes sociales, a las charlas en los cafés.
Uno de los últimos temas de discusión del universo culé es ver qué jugador debe llevar el sagrado número 10 que de un tiempo a esta parte ha representado la figura indiscutible del equipo, aunque no siempre ha sido así. Es evidente que el hecho de que Ronaldinho y Messi lo llevaran condiciona mucho.
En una decisión, para mí apresurada, se adjudicó el 10 a Ansu Fati, la gran promesa que se quedó en esto, una gran promesa, pero que no ha terminado de convertirse en el jugador decisivo que muchos habían imaginado. Ojalá algún día vuelva, y cumpla con las expectativas que había despertado. Pero mientras tanto ¿quién lleva el 10 en la espalda? Pues yo no seré nada original y para mí la solución es clara. Con la inauguración del nuevo Camp Nou la camiseta con el número 10 de mejor jugador de la historia se retira y se cuelga en un sitio emblemático y visible del estadio. Messi se fue mal del Barça y eso es una espina clavada que tenemos todos los culés. Quizás este gesto, junto con toda la actividad paralela que fuera necesaria serviría para quitarnos el mal sabor de boca que nos dejó la salida del argentino.
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