Las entradas para la Champions no deben ser un embrollo sin consecuencias

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Las entradas para la Champions no deben ser un embrollo sin consecuencias

destaca la importancia de garantizar un proceso transparente y justo en la venta de boletos para los partidos de la prestigiosa competición europea. En un contexto donde la demanda supera con creces la oferta, es fundamental evitar situaciones de confusión y descontento entre los aficionados. La UEFA, como ente rector del fútbol europeo, debe implementar medidas que protejan a los seguidores genuinos y desalienten la reventa ilegal, asegurando que el acceso a los encuentros se base en criterios equitativos. La transparencia en la distribución de las entradas es un aspecto clave para preservar la integridad y el espíritu deportivo de la Champions League, haciendo hincapié en que cualquier irregularidad no debe quedar impune.

Caos en la venta de entradas para la final de la Champions: ¿Responsabilidad del Barça?

La venta y reparto de entradas para una final del Barça siempre es material sensible. Más aún, si la oferta es mucho más corta que la previsible demanda. Más aún, si se trata de una final de la Champions. Por ello, el Club debería asegurar que los mecanismos funcionan a la perfección porque, de lo contrario, el pitote y la indignación se contagian en progresión geométrica. Y, por falta de pericia y de gestión en el Club de la improvisación, que lleva dos años y medio sin CEO, el lío que se ha montado es muy gordo. Y, de nuevo, los perjudicados son los socios, que a golpes van aprendiendo que cada vez pintan menos, pero no hace falta que se lo digan tan a las claras, porque van de agravio en agravio hasta la desesperación final. Para la final del 25 de mayo en San Mamés, el Barça logró tener un total de 9.625 localidades. Comunicó a los socios que ellos tendrían prioridad para las entradas. Solo faltaría. Como si tuvieran que dar las gracias por ello. Pero, a la hora de la verdad, el día D, a la hora H, cualquier hijo de vecino podía comprar las entradas de Bilbao sin que le preguntasen si era o no socio del Barça. Los reventas, siempre al quite, debieron hacer su agosto. En media hora, a las 12.30, se había vendido todo el billete y la polémica surgió al instante. ¿Qué hizo el Barça? En un triste comunicado, se sacó el muerto de encima y dijo que la culpa era de la RFEF, que comercializaba las entradas. Se hacen las cosas mal y las culpas siempre son de los otros. Especialmente, de Madrid. Pues oigan, tanto despiporre y tanto victimismo ya no cuela. Alguien debería pagar el pato.

Manuel Torres

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