En el mundo del fútbol, la igualdad de género es un tema que ha ganado relevancia en los últimos años. Sin embargo, en el camino hacia la igualdad, es fundamental reconocer que el fútbol femenino tiene su propia identidad y esencia, que no debe ser equiparada a la del fútbol masculino en lo peor. Es hora de reconocer y fomentar el crecimiento y el desarrollo del fútbol femenino en su propio derecho, sin imitar los errores del pasado. El fútbol femenino tiene mucho que ofrecer, y es momento de darle el reconocimiento y apoyo que merece, sin comparaciones ni equiparaciones.
El fútbol femenino debe encontrar su propio camino, no imitar el masculino
La evolución del fútbol femenino está liderando una revolución social que, dentro de unas décadas, se estudiará en las más prestigiosas facultades de sociología del mundo. Sin embargo, algunos clubes están empezando a actuar con las jugadoras de la misma manera que con los hombres, perdiendo la esencia del fútbol femenino.
Un ejemplo de esto es la reciente decisión del Chelsea de prohibir a las jugadoras acercarse a las gradas para firmar autógrafos o hacerse fotos con los aficionados después de los partidos. En nombre de la seguridad, se pierde el contacto espontáneo y entrañable que caracterizaba al fútbol femenino.
Ha empezado el Chelsea, veremos cuánto tardan otros grandes clubes en bunkerizar a sus jugadoras de la misma forma absurda que ya lo están haciendo con los futbolistas.
La igualdad no es igualar, es reconocer y fomentar el crecimiento del fútbol femenino
Recuerdo tiempos en que mi abuelo viajaba en tren con la plantilla para jugar en Santander. Los aficionados hablaban con los jugadores. En tiempos de Cruyff y Neeskens, subíamos con mi hermano a la concentración del Hotel Vallvidrera y paseábamos con la plantilla por la carretera.
Ahora, son gente blindada, en un mundo aparte, donde ya ni los periodistas viajan en el mismo avión, los entrenos son a puerta cerrada y los futbolistas solo conceden entrevistas cuando les interesa promocionar su campus. La igualdad, en esta faceta, sí llegará más rápido de lo que creímos.
Y en la medida que las estrellas del fútbol femenino vivan ya en su burbuja de cristal y se alejen de la masa que las idolatra, el fenómeno dejará de ser tan familiar y reconfortante.
Esperamos que los clubes y las instituciones comprendan que el fútbol femenino no debe imitar lo peor del fútbol masculino, sino que debe destacar su propio crecimiento y esencia. La igualdad no es igualar, sino reconocer y fomentar el crecimiento del fútbol femenino.
Es hora de que el fútbol femenino encuentre su propio camino, sin imitar los errores del fútbol masculino. Solo así podremos disfrutar de un deporte que sea verdaderamente familiar y reconfortante.
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