El Barcelona intentó, pero finalmente no pudo.
El conjunto culé se esforzó al máximo en el encuentro de ayer, demostrando una gran determinación en el terreno de juego. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos incansables de los jugadores y el cuerpo técnico, la victoria se les escapó. La fortaleza del equipo rival y las circunstancias del partido jugaron en contra del Barcelona, impidiendo que alcanzaran su objetivo. A pesar de esta derrota, el equipo mostró una actitud combativa y un espíritu de superación que sin duda les servirá de inspiración para futuros desafíos. La afición, siempre fiel, continuará apoyando al equipo en las próximas jornadas, confiando en que pronto llegarán los triunfos que tanto anhelan.
Expulsión de Araujo marca el destino del Barcelona en el Estadi de Montjuïc
La afición blaugrana convirtió el Estadi de Montjuïc en una noche para sensaciones grandes. Se trataba de arropar al equipo como nunca antes en la montaña mágica y los de Xavi entraron al partido como en París, conteniendo la embestida del PSG.
Con los dos onces previstos y los tres delanteros del Barça realizando labores defensivas, Ter Stegen no sufrió en ninguna acción. Las ayudas en el escalonamiento defensivo blaugrana dejaban a Dembélé, Barcola y a Mbappé sin poder probar puntería. Y vino la respuesta azulgrana cuando los cuatro defensas subieron al medio campo, Araujo entregó la pelota a Lamine y Raphinha coronó entrando al primer poste. Gran acción del canterano y mayor preocupación para Nuno Mendes porque comprobó que el extremo también sabe regatear y salir por dentro.
Dos goles de ventaja en la eliminatoria pero 78’ minutos por delante cuando sucedió la acción que condenó al Barça: expulsión de Araujo. En ese momento cambió la realidad defensiva y las sensaciones del partido para disgusto blaugrana.
El Barcelona luchó hasta el final, pero el PSG se impuso con contundencia
Sabíamos que Luis Enrique iba a meter todo su equipo en campo del Barça y jugando contra diez, incluso más allá del medio campo. La decisión de Xavi para afrontar ese ataque visitante continuo fue quitar a Lamine y meter a Iñigo Martínez.
Creyó en los desmarques verticales de Raphinha y en que Lewandowski podría aguantar la pelota en el pase largo. A partido pasado está claro que todos acertamos; en ese momento me pareció un cambio bien razonado aunque saliese mal.
El PSG mandaba en el balón y en el partido, al Barça lo sostenía la apreciable ventaja. Cuando marcó Dembélé el 1-1 cinco minutos antes del descanso, los presagios pasaron a ser inciertos aún para los valientes y los optimistas.
En el reinicio del segundo acto, la esperanza azulgrana era tener a Gündogan, De Jong y Pedri con más balón. No pudieron. Tuvieron que trabajar con el resto de compañeros y cansarse persiguiendo la pelota.
El Barça quiso pero ya no pudo
Los de Xavi aguantaron el 1-2 encajado por ausencia del jugador que debía estar en la media luna del área. Sin adversario en cinco metros, Vitinha controló y largó el derechazo imparable. El PSG empezaba a estar conforme, el Barça muy tocado físicamente y eso fue ventaja letal, al final, para quien no ‘estaba’, Mbappé.
Con más orgullo que posibilidades (al tener siempre ventaja numérica el cuadro visitante), los azulgrana cruzaron el medio campo y probaron para empatarlo. Ayer Lewandowski no estuvo fino pero cuando entró Ferran Torres la actividad ofensiva blaugrana creció.
Volvió el segundo golpe de la noche: penalti a Dembélé, 1-3 para Mbappé pese a la estirada de un Ter Stegen con exceso de trabajo. No se entregaron los de Xavi (expulsado) y ese pique emocional de rebeldía para su equipo no se tradujo en el deseado segundo gol. El casi de Lewandowski -gran intervención del renacido Donnarumma-, otro casi de Ferran y, finalmente, la velocidad de Mbappé campando a sus anchas cerró el doloroso 1-4.
El PSG de Lucho es como él, VALIENTE contra once y lo fue más aún contra diez. Champions fuera, Clásico dentro de la mente para recuperarse anímicamente. Ayer se torció todo con la expulsión.
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