La reciente noticia que ha sacudido el mundo del tenis ha sido la sorpresiva retirada de Muguruza del torneo en curso. Detrás de esta decisión aparentemente repentina se esconde una razón de peso que ha dejado perplejos a sus seguidores. Según fuentes cercanas a la tenista, problemas de salud han obligado a Muguruza a tomar esta difícil determinación. Esta noticia ha generado un gran revuelo en el mundo del deporte, ya que la tenista española se encontraba en un momento de forma excepcional. La incertidumbre sobre su futuro deportivo y la preocupación por su bienestar han generado un ambiente de incertidumbre entre sus seguidores y la comunidad tenística en general.
La ambición desmedida y bipolaridad competitiva detrás de la retirada de Muguruza
Garbiñe Muguruza sufría en la pista 19, sin apenas grada, contra una rival perdida en el ranking mundial. ‘Mugu’ disfrutaba y se crecía en la central de Roland Garros o Wimbledon, mejor si era frente a Serena Williams o Maria Sharapova. Cuanto mayor era el reto, más miradas se centraban sobre el encuentro, mejor. Desde esta perspectiva se entiende que ‘sólo’ haya ganado diez títulos, pero dos son de Grand Slam, en París y Londres, y otro más en las WTA Finals, el Masters. Con ella siempre era un todo o nada. Imparable en sus buenos momentos, también desconcertante cuando no hallaba el camino correcto.
Ese palmarés, esa exagerada dualidad como deportista, entra dentro de la ecuación que ha conducido a su retirada. La bipolaridad competitiva tuvo mucho que ver con su desmedida ambición. Siempre pensó en grande. No soportaba la normalidad de un día más en la oficina, querría disputar finales únicamente. Podría haber intentado volver, después de trece meses parada, lo que no resulta tan extraño en el circuito femenino, ya sea por lesión o un período de baja para ser madre. Hay ejemplos positivos al respecto. Pero ‘Garbi’ no regresaría para ser top-30 mundial.
Si había operación retorno, era para pelear por ser campeona de Grand Slam. No lo vio claro, porque ello significaba unos sacrificios que conocía desde niña y que no sentía podrían ser ahora recompensados. Probó otra vida, le gustó. Decantó la balanza decisivamente que es feliz. Muy feliz.
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