El mes pasado de diciembre la polémica volvió al vecindario obrero de Vallecas, en el momento en que La Liga Profesional de Fútbol decidió suspender un partido del Rayo Vallecano frente al Albacete, una vez que una parte del estadio llamara «nazi» al jugador Zozulia, con un pasado relacionado a los conjuntos paramilitares filofascistas de Ucrania. Era la primera oportunidad que se suspendía un partido profesional por cantos de la grada, si bien cada fin de semana las luxaciones vierten odio racista y machista contra players de fútbol.
Un mes después, la disputa volvió a los estadios, una vez que las cámaras de Movistar Fútbol captaran a un conjunto de apasionados del Atlético de La capital española realizando el saludo nazi en los aledaños de Ipurua (campo del ‘ Eibar). ). «Los racistas no se fueron de nuestro fútbol», comentaba en Twitter la cuenta oficial de la cadena.
Comentarios racistas
Las convocatorias para estos aquelarres de ultras a festejar el día del partido llegan antecedidas de una ola de comentarios racistas en las comunidades, que comenzaron a aflorar desde exactamente el mismo instante en que se conoció que España y Marruecos se encararían a los octavos del final del Mundial.
Entre los comentarios aparecidos en Twitter, unos bromean sobre la proporción de inmigrantes marroquíes que hay en ciudades como Barcelona, otros culpan a los norteafricanos de cometer actos delictivos y hay hasta todo que faltan al respeto a la religión islámica.
Tampoco faltaron quienes, a causa de las concesiones de Pedro Sánchez en Marruecos, se preguntan a quién va a apoyar al presidente del Gobierno.
Fratria – Spartak de Moscú
Los ultras del Spartak de Moscú que esta semana han sembrado el caos en Bilbao, acabado con la desaparición de un durante la noche, son la cara mucho más identificable del movimiento ultra ruso, el mucho más alarmante en toda Europa desde hace unos años. En Fratría se reúnen hasta diez.000 personas, divididas por su parte en prácticamente 2 decenas y decenas de firmas. Una es Gladiators Firm, nacida en la época de los 90 para ofrecer por superado el estilo hooligan británico, por pacífico y venido a menos. Los ultras rusos, no solamente los del Spartak, son apasionados a ordenar riñas masivas en bosques o campos libres, en los que advierten a los mucho más exhaltados para promocionarlos después. Los días de partido, más allá de los gigantes despliegues policiales, se organizan peleas campales a puñetazos en plazas y avenidas.