Consciente o inconsciente he amado despegar ciertos otros deportes distintas del fútbol, en la esfera personal de mis opciones y aficiones deportivas, pero, lo admito irremisiblemente, no he podido. Todo lo mencionado muy más allá de los 18 años de descalabros de deportes del Cruz Azul, aparato al que hice objeto de mis deseos de deportes desde el instante en que tenía algo tal como 8 o diez años, hablamos de finales de los 60 y principios de los 70. Si me basara yo en estos factores para medir mi (enorme) afición por el fútbol, lo cierto es que hace rato me habría amargado la vida.
Me chifla el béisbol, lo disfruto bastante, vengo siguiendo la liga mexicana de béisbol desde aproximadamente desde exactamente las mismas datas que vengo siguiendo el Cruz Azul. Me agradan toda clase de partidos béisboleros, desde los duelos de pitcheo hasta los festivales de carreras; los enormes aspectos, largos y profundos; las jugadas en Home plate; los lanzamientos en segunda, short stop y tercera en frente de “cepillos violentos”; las «dobles matanzas» (doble play), el fildeo a una mano, los links distinguidos en los cuadros que tienen dentro capturar la pelota a «guante volteado»; los fildeos de “cordón de zapato”, los “toques de bola”, el “pisa y corre”, el hurto de base, mucho más en el momento en que es doble hurto y jugadas relámpago y espectaculares como el squeeze play. Y en el béisbol me chifla procurar acertar qué jugada mandarán el manager o los coaches, en resumen, el béisbol indudablemente es el rey de los deportes.
Provecho sicológicos del fútbol
No es al azar que el fútbol se haya transformado en un deporte tan impresionantemente habitual, y sucede que en todo este tiempo fué evolucionando mucho, pero siempre y en todo momento con una enorme afición detrás. En verdad, hay múltiples estudios que defienden que gozar del fútbol da evidentes provecho sicológicos, basados en todas y cada una esas conmuevas que sentimos en el momento en que lo observamos. La mucho más visible es la alegría, como ahora hemos apuntado arriba. Sentir este instante de adrenalina y emoción, que acaba en un gol o en un triunfo de nuestro aparato, es algo formidablemente positivo, si bien solo seamos participantes indirectos. El hecho de sentirnos integrados en un conjunto, en un caso así de una afición, con la que compartimos ilusiones y descalabros, símbolos y cantos, es algo que asimismo tiene muy positivo, un beneficio visible por comprender que formamos una parte de algo colosal.
Nuestro fútbol no se comprende solo como un deporte, sino más bien como una auténtica factoría de sentimientos. Si nos dejamos llevar por el entusiasmo vamos a vivir una experiencia verdaderamente intensa en el campo, animando a nuestro aparato y pasando indudablemente por todas y cada una de las fases probables en noventa minutos. O sea algo que, bien traído, nos asiste a encauzar la frustración, a estudiar a perder y ganar, a sentir que el ahínco y el trabajo tienen su recompensa, pero asimismo a comprender que en ocasiones las cosas no son totalmente justas. El fútbol asimismo es integración, es unirnos con otra gente que quizás no opínan como nosotros, que vienen de etnias diferentes, pero que tienen nuestro propósito, que es ganar.
El sentimiento del fútbol
El sentimiento del fútbol es algo que cuesta comprender a quienes no forman una parte del mismo. Cerca de ese sentimiento, siempre y en todo momento viran ciertos tópicos que invitan a los apasionados a perder la pasión por su aparato, si bien jamás logren ese efecto. Meditar que los players no sienten los tonos de un aparato o que los apasionados se atribuyan los logros de un aparato como propios, no son mucho más que una sucesión de oraciones sin ningún sentido extrañas al sentimiento que crea el fútbol. Son muchas las razones por las cuales un aficionado se transforma en fan de un aparato de fútbol y frecuentemente ese sentimiento dura para toda la vida. Una pasión bien difícil de localizar en otro género de deporte puesto que, en el fútbol, los equipos siempre y en todo momento trascienden a los players. Por fundamental que sea un jugador, este formará una parte de un club que proseguirá andando y cosechando éxitos una vez este se haya jubilado. Desde ser aficionado del aparato local de tu localidad, hasta transformarse en aficionado por un jugador preciso, por el tono de la remera o sencillamente por el estilo de juego, el fútbol da siempre y en todo momento un instante de desconexión de los inconvenientes del día a día.
Hoy, el fútbol cada vez se desplaza por mucho más ámbitos y sucede que, los apasionados a este deporte tienen la posibilidad de gozarlo aparte de practicándolo. Desde juegos para videoconsolas, hasta prensa enfocada o toda clase de programas destacables, el fútbol semeja no entender fronteras.
Entre los puntos mucho más propios del fútbol es la rivalidad que hay entre un sinnúmero de equipos. Sabiendo esta rivalidad, habría que meditar que hay que a una forma diferente de comprender el deporte o que sencillamente, se tienen deseos contrapuestos que causan estas diferencias. No obstante, por muy distinta que logre parecer un aparato de otro, las semejanzas entre sus apasionados son exactamente las mismas, disfrutar mucho más que ninguna otra cosa de un partido de su aparato del alma. Sea como fuere, el fútbol ahora charla un idioma universal y es con la capacidad de juntar los corazones de todo género de apasionados, vengan de donde vengan.
Nos atrae el fútbol por el hecho de que lo comprendemos como homónimo de alegría
“El fútbol no da resoluciones a los inconvenientes, pero sí alegrías. Y de ahí que, la sociedad se lo agradece de forma muy desprendida. Es un campo, un planeta, al que se le excusa todo” (Alfredo Relaño, directivo períodico deportivo).
Bastante gente mencionan al fútbol como un estado anímico, algo mucho más que un deporte y de este modo lo prueban las aficiones acompañando a su aparato, si bien el resultado no sea siempre y en todo momento el aguardado. Esto sucede desde los “equipos con estrellas futbolísticas” hasta los equipos de sobra baja categoría. De ahí que, uno de las ventajas sicológicos que tiene un aficionado al fútbol, es la asociación que hacemos con los instantes de alegría.
Considerablemente más que un deporte.
La emoción al comienzo del segundo tiempo de un partido, donde se define la derrota o la victoria, se refleja al ritmo cardiaco del niño. Sueñan de forma regular con un partido, planean su día a día cerca de este deporte. Precisan el acompañamiento del buen aficionado. Su presencia en el estadio, aun, usar la remera de su aparato mientras que mira el partido por televisión, es un aspecto clave para el éxito. Piensan el fútbol como el procedimiento perfecto para complementarse con sus colegas en la escuela.
Ser aficionado de un aparato crea una sensación de identidad. La victoria de tu aparato condiciona la manera en que asisto a la escuela. Un triunfo les regresa mucho más productivos, incrementa la motivación. Ganar la Copa del Planeta en España tuvo un efecto inmediato en el buen ánimo de los pequeños y alegría en todos nuestros atletas.