Aparato WOEB (Facultad de Deusto – 3er Nivel en Comunicación): Gorka Benito, Iñaki Egibar, Igor Etxebarria, Mikel del Val y también Ignacio Visiers.
El espíritu deportivo
Estatua de los aros olímpicos – Fuente: Pexels
El deporte ocupa un espacio favorecido en nuestro modo de vida, fomentado y defendido como una actividad que da varios provecho tanto a nivel físico como psicológico. Pero este culto al deporte, como entendemos, no es nuevo.
Nos atrae el fútbol por el hecho de que lo comprendemos como homónimo de alegría
“El fútbol no da resoluciones a los inconvenientes, pero sí alegrías. Y de ahí que, la sociedad se lo agradece de forma muy desprendida. Es un campo, un planeta, al que se le disculpa todo” (Alfredo Relaño, directivo períodico deportivo).
Bastante gente mencionan al fútbol como un estado anímico, algo mucho más que un deporte y de este modo lo prueban las aficiones acompañando a su aparato, si bien el resultado no sea siempre y en todo momento el aguardado. Esto sucede desde los “equipos con estrellas futbolísticas” hasta los equipos de sobra baja categoría. De ahí que, uno de las ventajas sicológicos que tiene un aficionado al fútbol, es la asociación que hacemos con los instantes de alegría.
¿POR QUÉ NOS GUSTA EL FÚTBOL?
Pero por qué razón nos atrae tanto el fútbol, este deporte en el que prácticamente forman parte todos y cada uno de los países de todo el mundo, en contraste a otras prácticas; un deporte tan democrático. Tengo aquí ciertas hipótesis que van enlazadas a nuestras conmuevas.
- Asegura nuestro sentido de pertenencia. Siendo apasionados a un aparato, y de forma especial a una selección nacional, hay una identificación de conjunto que nos comunica que pertenecemos, que no nos encontramos solos, que compartimos valores y sentimientos con otros. O sea primordial para el hombre, que de naturaleza es gregario y no acepta el aislamiento.
- Racional y también irracional. Varios estudios ahora nos charlan de lo catártico que puede presenciar, como espectador, un partido de fútbol: se puede chillar, plañir, insultar al árbitro y derrochar toda clase de conmuevas en una suerte de anonimato que nos resguarda, eso es una parte de lo irracional de vivirlo con esa pasión. Si bien asimismo lo amamos por el hecho de que tiene reglas básicas y, prácticamente, simples de comprender en cualquier idioma.
- Metáfora de todo el mundo y de la vida. Una copa mundial de fútbol es el reflejo de la geopolítica y, en la mayoría de los casos, el planeta que habitamos; tiene una gran aptitud para sublimar enfrentamientos que, quizás, sin el fútbol desatarían mucho más guerras o sería mucho más peligrosos. El trabajo en grupo, el ahínco, hallar una misión (gol), trabajar duro, etcétera. De forma fácil se tienen la posibilidad de argumentar y ejemplificar con el deporte. ¿Quién no hizo un paralelismo de la vida con algún partido de soccer?
- Por el hecho de que es prodigioso. Aun el ser mucho más escéptico o agnóstico se somete a lo increíble en el momento en que su aparato va a cobrar un penalti. Y en el momento en que se pasa una jugada donde lo que se espera era por muy irrealizable, ahí está el milagro. Nos reconforta la oportunidad de que, por mucho más bien difícil que logre parecer algo, «prodigiosamente» sucede. Algo que tiende a ser motivador para todo el planeta «sí se puede» se escucha en las gradas y se transporta la oración a la vida diaria.
- Es una celebración y nos ofrece alegrías. ¿Quién no quisiese que la vida fuera siempre y en todo momento festiva? Un partido de fútbol nos ofrece pie para reunir a los conocidos cercanos y realizar una celebración, comida, tomar, convivir. En esta celebración nos hacemos de alegrías: de la alegría de estar unidos, de que nuestro aparato gane o aun, si pierde, hallar consuelo en los amigos.
- Une a la gente. El ámbito deportivo en un Mundial fué fundamento de proclamas antirracistas, solidarias con países en desgracia, a favor de causas humanas. En un aparato se unen las mucho más distintas personalidades y en un partido se encara por jugar países que en cierto tiempo fueron contrincantes. En el final del juego todos se abrazan.
- Tenemos la posibilidad de soñar. El fútbol invita a la gente a soñar con algo y que eso les asista a evadirse un tanto y les crea novedosas ilusiones.
- Fomenta la empatía. Deberíamos ser durísimos de corazón para no conmovernos con una trágica derrota todavía del aparato opuesto. El cúmulo de conmuevas que corre en un partido de fútbol o, mucho más aún, en un Mundial, nos asiste a empatizar con otros.
- Nos asiste a socializar. Los tímidos siempre y en todo momento tienen ocasión de decir: «¿Viste el partido?». para comenzar una charla sin peligros. Se conoce poco o bastante sobre esto se puede charlar del tema para abrir hablas o sentirse que viene dentro en una asamblea.
- Deja entablar detallar conexión entre generaciones. Si bien el padre no sea muy expresivo emotivamente, siempre y en todo momento va a tener la posibilidad de llevar a sus hijos a un partido de fútbol y transformar esto en una experiencia inolvidable para todos; un instante prácticamente íntimo en el que el padre se vuelca al hijo sin mencionarle nada.