París se inunda
En la madrugada del pasado lunes, la ciudad de la luz se despertó con una situación caótica. El río Sena, que atraviesa la capital francesa, superó el nivel de alerta máxima, alcanzando los 6 metros de altura, lo que provocó la evacuación de varios barrios y la suspensión de actividades en various puntos de la ciudad. La crecida del río debido a las intensas lluvias caídas en las últimas 48 horas ha generado una situación de emergencia, con miles de personas afectadas y daños materiales significativos. Las autoridades locales trabajan para contener el desastre y restablecer la normalidad en la ciudad.
La ciudad de la luz se convierte en la ciudad del agua
La primera ceremonia olímpica en una ciudad fue muy arriesgada. París se mojó y la ciudad de la luz y del amor pasó a ser también del agua. Por abajo, en el Sena y por arriba: el cielo no pudo esperar y descargó lagrimones que deslucieron un acto excesivamente disperso, unido por la realización televisiva con grandes ideas sobre los papeles, que acabaron mojados.
París combinó luces maravillosas con ejecuciones muy largas. El jinete olímpico por las aguas del Sena fue excelente, pero estuvo demasiado tiempo. Los bailes, sensacionales, pero largos. La barca en la que llevaron la antorcha Nadal (impresionante momento recogiéndola de Zidane), Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis justificó que llevaran flotador.
Un acto televisivo innovador, pero falto de calor
Fue sensacional poner en valor las medallas olímpicas, custodiadas y trasladadas por Louis Vuitton, colocarlas como si fueran joyas de lujo, recordar las leyendas, enseñar libros, la diversidad, el original desfile por el Sena (los abanderados, sin embargo, pasaron desapercibidos) la pasarela de la moda y el broche con Céline Dion. Los profesionales que actuaron fueron de diez pero la idea de compartir el acto con los ciudadanos no cuajó.
Una ceremonia en un estadio recoge las emociones en directo de la gente y ayer fue un evento televisivo innovador, pero falto de ese calor. La dispersión se cohesionó con una excelente realización televisiva, pero el riesgo era mayúsculo.
París se mojó, pero no invita a repetir la experiencia
París se mojó y hay que agradecerlo por su valentía, pero el resultado no invita a repetir esa experiencia. Para los aficionados españoles, la presencia de Nadal en la parte final de la ceremonia fue espectacular y emocional. Francia fue generosa con la leyenda de Roland Garros. Sí, París se mojó. Seguramente demasiado.
Deja una respuesta