La Sacerdotisa de Hierro que Estableció Récords Históricos

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La Sacerdotisa de Hierro que Estableció Récords Históricos

En el mundo de la historia, existen figuras que han dejado huella indeleble en la memoria colectiva. Una de ellas es la sacerdotisa de hierro, una mujer que, a lo largo de su vida, logró establecer récords históricos que siguen siendo insuperados hasta la fecha. Su legado es un ejemplo a seguir para las generaciones futuras, y su determinación y valentía son un recordatorio de que, con perseverancia y dedicación, se pueden alcanzar metas que parecen imposibles. En este artículo, exploraremos la vida y los logros de esta pionera, que ha dejado un impacto duradero en el mundo.

La Sacerdotisa de Hierro: Una historia de fe y resistencia

Dios pone el camino y ella lo recorre. María Dorothy Buder, nacida en 1930 en St. Louis, Missouri, no es solo una monja que se propuso hacer deporte y fulminar récords: su proceso de emancipación dentro de la Iglesia Católica también tuvo algo que ver en encontrar a Dios fuera del convento mediante el deporte.

Sus registros son dignos de estudio. Apodada la 'Monja de Hierro', Buder ha acumulado miles de kilómetros en 325 triatlones, incluyendo 45 Ironman y ha roto todos los registros de resistencia, atesorando el récord mundial en terminar una distancia Ironman con mayor edad, a los 75 años. También se convirtió en la mujer de más edad en completar el Ironman de Hawaii en 2005, llegando a meta una hora antes del cierre de control y repitiendo el año siguiente con un tiempo de 16:59:03.

Tras varios intentos fallidos en 2010 y 2011, por fin en 2012 Buder estableció, a sus 82 años, el nuevo récord de edad del mundo al terminar el Subaru Ironman en Canadá con un tiempo de 16:32:00 horas. Dice, de forma jocosa, que a partir del Ironman 45 dejó de contar.

Un camino de fe y liberación

Un camino de fe y liberación

Ingresó con 23 años en el convento de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Tras pasar 17 años en el convento realizando las tareas habituales de 'ora et labora', vio como en 1970 creció un movimiento de unas 38 monjas que querían formar una comunidad no tradicional de Hermanas Religiosas, llevando otro estilo de vida.

Como muchos de nosotros, una monja también puede pasar por momentos de duda, de plantearse cuál es su función en el mundo y si lo que está haciendo le llena. Habían pasado los años, era 1978 y Buder se encontraba perdida.

Un día, el padre John, empezó a hablar de los beneficios de salir a correr, de que armonizaba cuerpo y mente y de la grandeza de ver la bondad de Dios en la naturaleza. Ese mismo día, tras realizar todas las tareas salió a correr cuando oscurecía. Solo tenía unas zapatillas de tenis y reconoce que “el running se me presentó en un momento muy importante de mi vida. Pasé por dificultades con el cambio que había introducido el Concilio Vaticano II; la actitud de las hermanas sobre lo que hacía en mi tiempo libre, correr, y el sentido de las normativas de la congregación. Solo fue un momento difícil de mi vida”.

Del convento al Ironman

Cuatro años después de salir a correr por primera vez y tras haber competido en distancias cortas, se le presentó la idea de hacer un triatlón. Un atleta que la conocía volvió de Hawaii en 1981 y le dijo que debía probarlo. Le dijo las distancias que debían cubrirse y automáticamente, Buder lo descartó. No se sentía preparada para tal bestialidad y además hacía años que no nadaba, no estaba dispuesta a darse codazos para abrirse paso y tampoco tenía bicicleta.

Un benefactor de la congregación de los Buenos Pastores se enteró de sus intenciones y se fue a una subasta policial y consiguió una bicicleta. Tuvo que aprender a utilizar una bicicleta de 10 velocidades. Dice que “fue como pasar de un poni a un caballo de carreras; luego pasé a una de 20 velocidades”.

En 1985, a los 55 años y preparándose para participar en su primer Ironman, se rompió la cadera y durante la convalecencia, leyó un libro que contaba un estilo de vida de las monjas que habían creado una nueva comunidad. Fue el paso definitivo para dejar el convento y unirse a otro tipo de labor apostólica.

La 'Monja de Hierro' se convierte en una celebridad

Buder dedicó gran parte de su tiempo a entrenar y competir sin olvidar su labor apostólica. Su creciente popularidad hizo que realizase entrevistas y saliera en los medios de comunicación. Ahí vio la posibilidad de poder recaudar fondos para organizaciones benéficas.

Cuenta que “Entrenaba religiosamente y, la vida religiosa y la deportiva, son complementarias en la medida en que son constructores de caracteres”.

Sería de justicia (no sé si divina) que la organización de los Ironman cambiase la denominación de la prueba e incluyese ‘Ironwoman‘ en su honor. Lo que sí se han planteado es abrir nuevos tramos de edad en la categoría de mayores de 80 años visto la resistencia de algunos atletas. Y quizás deberían plantearse abrir otro tramo para mayores de 90 por si la ‘Monja de Hierro‘ decide volver a competir. Seguro que ganas no le faltan.

Juan Hernández

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