De pequeña indígena a guardameta de las Matildas
En un impresionante ejemplo de superación personal y lucha contra la adversidad, una joven indígena australiana ha logrado cumplir su sueño de convertirse en guardameta de las Matildas, el equipo femenino de fútbol de Australia. La historia de esta joven es un verdadero modelo a seguir, ya que ha tenido que superar numerosos obstáculos para alcanzar su objetivo. Desde su infancia en una comunidad indígena hasta su debut en el fútbol profesional, su trayectoria es un ejemplo de determinación y perseverancia. En este artículo, te contamos la increíble historia de esta joven que ha logrado cambiar su destino y convertirse en una figura destacada en el mundo del fútbol.
La historia de Lydia Williams, la guardameta aborigen que fue de la infancia en la carretera a la portería de las Matildas
A los 11 años, cuando la pequeña Lydia llegó con sus padres a Camberra, utilizó sin darse cuenta un dialecto aborigen para hablar con otros niños. Se la miraron de forma extraña, como si hubiera llegado de otro planeta. Ahí empezó a descubrir que el mundo que había vivido hasta entonces no se parecía al que encontraría.
Una infancia en la carretera
Por las venas de Lydia Grace Yilkari Williams (13/5/1988 – Katanning) corre una mezcla de sangre ‘Noongar’ de su padre y estadounidense por parte de madre. Los ‘Noongar’ son uno de los grupos étnicos más extensos de Australia y proceden del suroeste del estado de Australia Occidental. Pasó una infancia feliz en la carretera: sus padres se dedicaban a viajar como misioneros a los pueblos remotos del desierto de Gibson, ayudando a las comunidades aborígenes a recuperarse de la pobreza, gestionando sus necesidades y sus relaciones con las autoridades mientras ella se dedicaba a jugar con todos los niños y niías y cuidar koalas y canguros huérfanos hasta que su madre encontró un trabajo en Canberra y decidieron mudarse.
De la portería a la fama
Lydia tuvo que acoplarse a las rutinas escolares y se incorporó al fútbol casi por casualidad. Como no había practicado nunca, la apuntaron a las Tuggeranong Rosellas, de la academia de fútbol Tuggeronong United Football Club, donde se enseña este deporte independemente del nivel. Y como ningún niño ni niña de su edad quería ponerse en la portería, se puso ella.
Seleccionada para las categorías inferiores de la selección australiana, donde jugó durante cuatro años, fue curtiendo y mejorando su técnica. A los 18 años debutó con la selección absoluta de las Matildas. Nadie quería ponerse en la portería y Lydia aceptó su nuevo rol de portera.
Una trotamundos
Como si estuviera todavía en su infancia, Lydia ha basado su carrera deportiva en el constante cambio de club, buscando siempre un escenario nuevo y nuevos compañeros. Su carrera profesional empieza en 2008 en el Canberra United con 20 años. En 2009 pasa por la liga americana en el Chicago Red Stars y vuelve al Camberra donde juega hasta 2012 un total de 46 partidos (11 de titular en cada temporada). A partir de 2012, su vida deportiva será un viaje constante de ciudad en ciudad y de club en club.
Entre fichajes por un año y cesiones defenderá (por este orden) la camiseta del Pitea IF de Suecia, Camberra United, Western New York Flash, Camberra United otra vez, Houston Dash, Melbourne City, Reign FC para acabar, en 2017 cedida dos años al Melbourne City de nuevo. La temporada 2019-2020 firma contrato con Melbourne City y es cuando levanta el título de liga, pero al terminar el curso, ficha por dos años con el Arsenal inglés donde juega 11 partidos.
La temporada 2022-2023, con 34 años, pasa a ser portera suplente en el PSG. A partir de este momento, su rol en los equipos es secundario, la quieren como una portera que puede dar garantías en cualquier momento pero no para ser titular. Juega dos partidos y en enero de 2023 deja el equipo para fichar por el Brighton & Hove Albion hasta junio de 2023, habiendo jugado 4 partidos. En septiembre de 2023, firma un contrato por dos años con el Melbourne Victory con el que, por ahora, sigue vigente.
El respeto de la comunidad
Homenajeada en su último partido en tierras australianas con un ‘Booka’, una especie de manto de piel con símbolos aborígenes que le impuso Evonne Goolagong Cawley, miembro destacada de la comunidad, como símbolo de respeto y agradecimiento por todos los años que ha exportado con orgullo su procedencia, no pudo contener las lágrimas en ese momento tan especial.
Esperamos que en los Juegos de París pueda despedirse como se merece tras una carrera deportiva tan extensa.
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