Armand Duplantis regala a los Juegos un récord mundial de pértiga colosal, batiendo la barrera de los 6,25 metros
En un día que se recordará durante mucho tiempo en la historia de la atletismo, el sueco Armand Duplantis ha logrado un récord mundial en la prueba de pértiga, alcanzando la increíble marca de 6,25 metros. Esta hazaña, que ha sido calificada como colosal por los expertos, ha sido posible gracias a la extraordinaria habilidad y dedicación del atleta, que ha demostrado ser el mejor en su especialidad. Con este logro, Duplantis se consolida como uno de los mejores atletas de la actualidad, y su nombre se unirá a la lista de leyendas del deporte.
Duplantis bate récord mundial de pértiga: 6,25 metros y un título olímpico asegurado
Armand Mondo Duplantis ha regalado a los Juegos de París un récord mundial prodigioso, inolvidable. El rey de la pértiga batió por novena vez la plusmarca universal con un salto de 6,25 metros, un centímetro más que la marca que estableció en Xiamen, China, el pasado abril.
En un segundo plano quedó su medalla de oro olímpica, segura de antemano, la segunda que consigue. A Mondo ya no le quedan rivales, ni actuales ni históricos. Hasta el Zar Sergey Bubka, que solo pudo ser oro olímpico una vez, queda atrás. Y solo tiene 24 años.
Limpio, impecable en gesto técnico, veloz en la carrera, nadie llega al cajetín a tanta velocidad como Duplantis. Nadie soporta una pértiga tan dura, tan larga, en relación a su peso. Porque Mondo no es demasiado alto (1,81) ni excesivamente fuerte, pero maneja pértigas de un tamaño que solo suelen escoger hombres 10 o 15 centímetros más altos.
Técnicamente no es un dechado de ortodoxia, es muy bueno pero raro, dicen los entrenadores, pero a él le funciona. Vaya si le funciona.
La única incógnita de la noche con Duplantis no era su victoria, que se daba por descontada, sino su capacidad para elevar sus límites precisamente el día D, en la gran ocasión, una final olímpica y con la atención mundial concentrada en él.
Con tres saltos el oro era suyo: 5,70, 5,85 y 5,95, renunciando a alturas intermedias mientras sus adversarios se dejaban la piel en la lucha por una medalla de plata que se llevó, por pura experiencia y carácter, el estadounidense Kendrick Perkins cuando fue capaz de superar los 5,95 y dejar atrás al griego Karalis, feliz bronce (5,90).
Duplantis, ya campeón, renunció a los 6 metros y buscó una altura intermedia, 6,10, para calentar hacia el récord. Sobradísimo lo pasó a la primera.
Era la hora del récord. En 6,25, un centímetro por encima de la plusmarca anterior, y donde el resto ni siquiera sueña en llegar, el cuerpo de Duplantis pasó holgadísimo, pero derribó al bajar a la altura del listón. En el segundo intento, gesto casi idéntico y mismo resultado, otro nulo con las manos al caer, después de haber subido muchísimo. El tercero quedó para la historia del atletismo.
Un récord mundial en los Juegos, el no va más. Duplantis voló más que nadie en la historia. Técnicamente impecable. Y apuntando que queda margen aún para seguir subiendo. 6,30, cree él; su padre y técnico, Greg Duplantis, dice que lo ve saltando 6,40 dentro de cuatro años, cuando estará en plenitud. Y la Inteligencia Artificial encargada por la Federación Sueca predice que se retirará dejando el listón en 6,51 metros.
Y mientras tanto, seguirá ganando, como ha hecho con los diez últimos grandes títulos, Juegos, Mundiales y Europeos, que ha disputado. No tiene más rival que él mismo, ni más reto que acercarse cada vez un poco más al cielo.
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