El Barça de mi Recuerdo: Entrevista Exclusiva con Fusté

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El Barça de mi Recuerdo: Entrevista Exclusiva con Fusté

En una entrevista exclusiva, el legendario jugador del Fútbol Club Barcelona, Fusté, nos transporta a una época dorada del fútbol, compartiendo con nosotros sus experiencias y emociones más intensas como azulgrana. En esta conversación inédita, Fusté nos habla de su pasión por el club, sus mayores logros y sus mayores desafíos en el terreno de juego. Acompáñenos en este viaje nostálgico por la memoria del Barça, donde la tradición y la gloria se entrelazan con la pasión y la dedicación de uno de los jugadores más queridos de la historia del club.

El Barça de mi Recuerdo: Entrevista Exclusiva con Fusté

Josep Maria Fusté (1941-2023) desdeñaba las instrucciones de los entrenadores. Por eso nunca ejerció. Decía que coartaba la personalidad del jugador en el campo. ‘El noi de Linyola’ hablaba claro y su palabra era ley, un valor que se le apreció y rebatió.

Fue el surtidor del juego del Barça en los grises años 60. El ’Fusterot’, como le llamaban los asiduos del Camp Nou, tenía partidarios y detractores. Llevó al extremo la máxima del ‘vive y deja vivir.’ No quiso mandar ni ser mandado. “Tampoco quiso ser capitán. El vestuario lo tenía a su favor porque siempre fue de cara ante la autoridad de los despachos, era abierto, honesto y despistado”, explica Jordi Romaguera, ‘historiador’ y custodio de la memoria de Fusté.

El ídolo de Romaguera

Romaguera eligió al emblemático jugador como ídolo por intuición, fascinado por la peculiaridad de su carácter íntegro forjado en el medio rural. Lo estudió y santificó. De forma persistente recortó fotos, titulares y reseñas de periódicos de la época hasta confeccionar un álbum con más de 870 imágenes que le entregó en su homenaje el 30 de agosto de 1972. Todo un legado.

Orígenes y llegada al Barça

Josep Maria era el último de los cuatro hijos de la familia de Can Maonet, de Linyola. Fue carpintero y recorría en bicicleta los 15 kilómetros que hay hasta la plaza del Mercadal, de Balaguer, para vender los buenos melones de su pueblo. De niño jugaba en la amplia plaza y más tarde en el club de su población, donde un día se presentó Josep Boter, el legendario cazatalentos del Barça.

“Tras la visita del emisario culé se sucedieron otras visitas de técnicos del club. Sus padres dieron la autorización para que se estableciera en Barcelona donde compartió la pensión del Barça en la calle Diputación con otros chicos”, relata Romaguera.

Debut con HH

Con 18 años, el afamado entrenador puso los ojos sobre Fusté. Quiso verle en un gran escenario y le convocó para el amistoso que el Barça jugó por Navidad ante el Stade Français en 1959 (5-0). El ojo de HH no falló. El joven de Linyola salió en la segunda parte y marcó dos goles.

“Miquel Gual, que estaba en Osasuna y había entrenado al Condal en Primera, pidió su cesión por dos años. Además, en Pamplona debía hacer el servicio militar. Fusté formó la línea medular junto a Zoco, con la que dos años más tarde fueron campeones de Europa; Gual ascendió al equipo y en su segundo año el joven cedido adelantó a los ‘rojillos’ con un gol en el ‘estadi’ (3-1)”, rememora su ‘biógrafo’ que, con 69 años, mantiene el mismo magnetismo de antaño por su ídolo.

HH y el Inter

Fusté tenía un cañón con la zurda y la prensa alababa su fuelle y su condición de motor. Llegó en 1962 al primer equipo, un año después de la diáspora de figuras que provocó la derrota de la final ‘de los postes’ de Berna. “HH, ya en el Inter, aún lo tenía en mente y quiso ficharle. Sus planes eran que junto a Luis Suárez crearan el juego de los ‘nerazzurri’. Enric Llaudet no le dejó invocando el insuficiente potencial de la plantilla. No tenemos a nadie mejor, le dijo a Massimo Moratti, rememora Romaguera, lingüista y editor.

Ante Franco

Fusté jugó la final de la Eurocopa-64 ante la URSS (2-1), la semifinal contra Hungría, además del partido ante Irlanda a la que marcó un gol desde fuera del área. La audiencia de Franco tuvo al azulgrana y a Calleja como protagonistas. Los dos jugadores llegaron una hora tarde a la recepción de El Pardo con el consiguiente enfado del seleccionador Villalonga. Solteros y sin compromiso, el atlético le había mostrado la vida de noche en Madrid a su amigo.

El dictador aguantó la espera y recibió al campeón catalán con mala cara. “Hombre Fusté, con usted quiero yo hablar”. Le hizo entrar en un despacho privado para comunicarle que el asunto de su servicio militar había quedado solventado con la victoria ante los rusos. Así lo contó el jugador al periodista Amado Moreno en el ‘Diario de Las Palmas’ en una extensa entrevista en 2007.

Desafío Buckingham

El día anterior a la final de la Copa de 1971 ante el Valencia, el técnico inglés vaciló a los jugadores: Quien quiera entrenar que entrene, pero quien no quiera que no entrene. Fusté no entrenó porque no era obligatorio. “A él lo que le gustaba era jugar, ganar y hacer goles. Era transparente como una criatura. Una hora antes del partido Buckingham anunció la alineación con los que se habían ejercitado. He comprobado quién quería entrenar y quién no, soltó.

El barcelonista no fue titular pero salió en la segunda parte por lesión de Marcial. “Logró un decisivo gol de falta que significó el 2-1. Alfonseda apuntilló en la prórroga a pase de Fusté (4-3)”, indica el incondicional admirador para añadir que su ídolo logró un decisivo gol de falta que significó el 2-1.

Llegada del Hércules

Michels en 1972 pero no creía en él. Es un futbolista que sabe de la A a la Z, señaló el holandés. Fusté sorprendió a la afición anunciando su marcha al Hércules de Daucik que estaba en Segunda. Un desacuerdo económico con la directiva le hizo tomar la decisión. Eladio le acompañó en la aventura. El Real Madrid, a través de Miguel Muñoz, y el Sevilla quisieron ficharlo. Su lealtad era sagrada, no quiso enfrentarse al club de su vida.

Vintage

La ‘Tribuna Garay’ fue construida con el pase del bilbaíno al Barça. A finales de los 50 el Barça le echó el ojo al defensa del Athletic Jesús Garay, nacido en Begoña, profundamente católico y muy arraigado al club. La entidad azulgrana estaba dispuesta a pagar seis millones de pesetas, que el presidente Enrique Guzmán rechazó.

Sin embargo, su sucesor Javier Pardo miraba la operación de forma más abierta. Aunque el traspaso iba a disgustar a la afición, el mandatario veía la posibilidad de ampliar la tribuna Norte, también llamada de la Misericordia. El club tenía en cola de 4.000 aspirantes a socio y se hizo el acuerdo. El Barça pagó el dineral por Garay, que contaba 30 años, le hizo un contrato por cinco años y obtuvo los derechos por Arieta III. Aquella tribuna fue llamada popularmente ‘Tribuna Garay’.

Manuel Torres

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