El sistema de tiempos adicionales sigue siendo un desafío para la liga
La implementación del sistema de tiempos adicionales en la liga ha generado un gran debate entre los entrenadores, jugadores y aficionados. A pesar de los esfuerzos por mejorar la justicia deportiva, este sistema sigue siendo un desafío para la liga, ya que no siempre se aplica de manera uniforme y coherente. La falta de claridad en las reglas y la subjetividad de los árbitros han llevado a situaciones de confusión y controversia, lo que ha generado un clima de incertidumbre en el mundo del fútbol.
Tiempo de locura: la política de añadir minutos sigue siendo caótica
La política de añadir los minutos que haga falta al primer y segundo período de cada partido sigue siendo tan errática como caótica. Su objetivo no era otro que evitar las excesivas pérdidas de tiempo de los equipos en determinados momentos de los encuentros. Sin embargo, y como sucediera desde el primer día de su aplicación, continúa sin tener un criterio claro, al menos para los aficionados de a pie.
Y este sábado hubo ejemplos que lo demuestran. En el RCDE Stadium, Hernández Maeso ordenó prolongar hasta. ¡11 minutos! el segundo tiempo del choque entre Espanyol y Mallorca. En esos segundos 45 minutos hubo dos goles, cinco ventanas de cambios (tres por parte del Espanyol y dos por la del Mallorca, que ejecutó cuatro sustituciones de una tacada) y una breve interrupción para atender a un espectador que se encontraba indispuesto.
Interrupción que no superó los dos minutos y que ni siquiera fue consignada en el acta del encuentro. Un cúmulo de circunstancias que en ningún caso justifican esos 11 minutos que hicieron llevarse las manos a la cabeza a muchos espanyolistas, que vieron cómo el sufrimiento por asegurar el triunfo ante los de Jagoba Arrasate se prolongaba de manera inexplicable.
Horas después, en el estadio Gran Canaria, Las Palmas y Celta protagonizaban un duelo caliente en el que en el segundo tiempo hubo seis ventanas de cambios (tres por equipo) y hasta tres expulsiones (Ilaix, Iago Aspas y un miembro del banquillo vigués), dos de ellas en momentos distintos del encuentro.
Todo ello supuso una prolongación del choque de seis minutos, algo más de la mitad que la aplicada en Cornellà-El Prat, para desesperación de la parroquia local, que esperaba más minutos con la vana esperanza de que su equipo, tras actuar con dos hombres más durante más de media hora, lograra al menos el empate.
La confusión sigue, y la liga no encuentra solución al problema de los minutos adicionales, que siguen siendo un desafío persistente para los equipos, los árbitros y los aficionados.
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